Texto curatorial por Andrés Oriard
“El tiempo, al fin y al cabo, no es una cosa, sino una idea. Desaparecerá con el entendimiento.”
Andrei Tarkovski, Esculpir en el tiempo.
En la tradición occidental, los jardines han sido considerados como espacios de reflexión donde la naturaleza es organizada bajo la condición del pensamiento del hombre. Si la modernidad introdujo la necesidad de dar sentido al tiempo como principio rector de la racionalidad productiva, las contradicciones de la existencia nos han mostrado que la experiencia vital ocurre temporalmente sólo en tanto idea.
El jardín efímero de Alina Sánchez alude a un tiempo y lugar donde el tránsito de la vida está marcado por la fugacidad, ocurre en tanto su contrario aparece en la muerte. Más que a los soportes establecidos de la instalación en el arte actual, el Jardín efímero implica una experiencia como construcción donde el imaginario da consistencia a lo concreto, dejando vestigios a través de imágenes como testimonio de su aparición.
Es claro el referente que esta acción tiene en la tradición de las corrientes del romanticismo, en tanto su carácter límite donde la vida se desvanece constantemente y la memoria es abismo, haciendo del duelo su condición de posibilidad. Es en el desalojo de nuestra memoria donde reconstituimos el presente como lo único que da certidumbre a la realidad, la historia no existe más que en la manera en la cual la subjetividad de forma y contenido a los acontecimientos.
La obra de Alina Sánchez se ha caracterizado por la flexibilidad que distintos medios artísticos le ofrecen para dar salida a sus búsquedas, de ahí que el sonido en su carácter expansivo siempre ha estado presente, la resonancia de los distintos componentes de la vida dirigen sus investigaciones. El Jardín efímero es un objeto de pensamiento que ofrece la posibilidad de mirar nuestras acciones en tanto su condición finita y transitoria, lo cual implica una actitud imprescindible de constante desprendimiento para constituirnos como individuos dentro de la totalidad.
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Curatorial text by Andrés Oriard
“Time, after all, is not a thing, but an idea. It will disappear with understanding”.
Andrei Tarkovski, Sculpting in Time
In western tradition, gardens have been treated as spaces for reflection where nature is organized and conditioned by human thinking. If modernity introduced the need to turn sense of time into the guiding principle of productive rationality, the contradictions of existing have shown us that vital experience occurs temporarily, and only as an idea.
The Ephemeral Garden of Alina Sánchez evokes a time and a place where the path of life is marked by transience, and happens as opposite to death. Beyond the established media for contemporary art installations, the Ephemeral Garden implies an experience as a construction where the imaginary gives consistency to the concrete, leaving images as the traces and testimony of its emergence.
There is a clear reference in this action to the romantic tradition, regarding its limit-like character where life constantly fades, and memory is an abyss, turning bereavement its condition of possibility. It is in the eviction of our memory where we reconstitute the present as the only beholder of certainty in reality, history does not exist except in the way in which subjectivity gives form and content to events.
Alina Sánchez’s work has been characterized by her flexibility to experiment with different media and give way to her quests, hence the expansive nature of sound has always been present. Her research is guided by the resonance of the different elements of life. The Ephemeral Garden is an object of reflection that offers the possibility of looking at our actions in their finite and transitory condition, which implies an essential attitude of constant detachment to constitute ourselves as individuals within the totality.
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